Suelo ser poco minuciosa a la hora de secar las clavijas del vaso de la máquina, así es que es frecuente que cuando tengo un "arranque" y tiempo dedique algunas horas a sacar el mayor provecho de mi estancia entre fogones. En esta ocasión hemos dejado (al ser verano la descendencia suela estar conmigo en estos quehaceres) algunos platillos listos para la semana y algunas meriendas suculentas para llevar a la piscina. Intuímos con tiempo que el pesaje estaba fallando porque los volúmenes de los ingredientes no coincidían con la norma, pero la masa de las galletas de avena ya estaba terminada. El horneado no ha mejorado en nada el resultado, ni haciendo algunas pruebas diferentes. Un fiasco. En ocasiones, de estos errores surgen grandes recetas, como dice la leyenda ocurrió con la del brownie, pero este no es el caso. Nos volverá a pasar, me volverá a pasar (es cuestión de probabilidades). De todas formas daremos buena cuenta de ellas, de una manera o de otra
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