Es la época de mermeladas cítricas. Aunque hay buenos limones durante todo el año, y encuentro limas locales en ocasiones, las naranjas, dulces y amargas están ahora en su pleno apogeo. Hacer la mermelada de cítricos se lleva su tiempo y gran parte de la poca calidad de la piel de mis manos. Para cortarlos en las tiras finas que tanto me gustan utilizo un cuchillo de estilo japonés que tengo que afilar varias veces durante el proceso. Separar las pepitas. Y ya nunca me corto :-) El proceso de ablandado es lo más fácil, más de una hora de hervor ligero. Pero la parte crucial, la que de verdad hace la mermelada, es el hervor con el azúcar y la pectina natural. Reconozco que es un estado que muchas veces ni con el termómetro es exacto. Cada cítrico tiene su "punto", cada variedad su característica y cada temporada su peculiaridad. Pero así son los productos artesanales. Saber que cada día que te enfrentas a las ollas puede ocurrir algo inesperado.
El tratamiento de la pectina, en caliente, le supone a las manos otra prueba de fuego (nunca mejor dicho). Siempre en busca de la crema perfecta, he descubierto que las de producción española no están nada mal y ofrecen resultados similares o mejores que las de los países nórdicos, tan conocidas por su presencia incesante en medios de comunicación y parafarmacias. Este año he encontrado una crema de manos muy a juego con la temporada de naranjas. Hecha en España. Con aroma de naranja y azahar, y que las deja sedosas, no grasas.
Espero que aguante lo que queda de temporada.
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